Como siempre... ¡seamos sinceros! ¿Quién no ha sentido alguna vez la llamada envidia sana (ya sabes, cuando dices 'ay mira esta persona qué lista es' o 'mira a esta otra qué guapa'). La verdad es que la envidia sana no es tan horrible y incluso es divertida cuando la admites y comentas la circunstancia con tus amig@s , etc pero, ¿qué pasa cuando la envidia sana traspasa esa frontera? Pues sinceramente, pueden suceder muchas cosas pero las más importantes son: en primer lugar, te haces daño a tí mism@, porque tu autoestima se viene abajo y empiezas a sentirte mal contigo mism@. En segundo lugar, puedes hacerle daño a mucha gente, pues la envidia lleva a criticar a una persona (e incluso a más de una) a sus espaldas. No sabes muy bien por qué, no sabes muy bien qué es lo que estás diciendo ni sintiendo. Te metes con una persona (que incluso puede ser tu amig@ y en ese caso es incluso más doloroso...) y lo peor de todo es que no puedes evitarlo.
Es muy curioso que a veces las personas que parecen tener muchos motivos para sentirse a gusto consigo mism@s sean los que precisamente resulten ser más envidiosos. Se trata de gente que tiene problemas de autoestima, gente que necesitaría un buen amigo sincero que le dijera que él / ella tiene muchas virtudes que vale la pena potenciar y de las que sentirse orgulloso.
Y es que a fin de cuentas todos somos importantes e interesantes y al final no es mejor el que menos defectos parece tener sino el que sabe potenciar sus virtudes y, MUY IMPORTANTE, aprender de sus errores y defectos, desarrollándo así una personalidad diferente y admirable.
viernes, 15 de febrero de 2008
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1 comentario:
Recuerdo que en el catecismo que tenía de niño se decía que la envidia era uno de los siete pecados capitales - o sea, un pecado gravísimo- y se definía como "dolor por el bien ajeno."
Siempre encontrarás personas que son mejores que tú en alguna cosa particular, o que han tenido más éxito en algo. Es muy humano querer alcanzar lo que ellos tienen, desear el éxito que ellos han tenido, pero no rebajarse hasta la envidia, el odio y la venganza.
El catecismo también decía que contra la envidia existe un remedio: amar a la persona que posee esa cualidad que admiramos.
Pero, quien tenga éxito ha de saber que se expondrá a la envidia de muchos, quienes buscarán amargarle el triunfo todo lo que puedan. Hay que estar prevenido.
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